B-Travel, lo que pudo ser y no le dejaron serlo
- Travel Estudio
- 28 abr 2015
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Del 17 al 19 de abril se celebró en Barcelona el Salón Internacional de Turismo de Cataluña, conocido hasta ahora por sus siglas SITC y que este año ha querido hacer un lavado de imagen pasándose a llamar B-Travel. Un cambio no sólo de nombre, aunque en sus interiores lo pudiera parecer, sino también de filosofía: imagen más fresca, división de especialidades, ponentes referentes del sector, espacio para las experiencias y la idea de que el viajero saliese de allí con las ganas de comerse el mundo. Porque como ya hemos comentado en el post de Fitur, una feria de turismo no sólo es networking, que también; sino que hay unos días abierto al público donde tienen la oportunidad de seducir al viajero. Pero oye, qué más dará.
Aunque la idea del B-Travel es buena, muy buena de hecho, rompe totalmente con los aburridos formalismos de hasta ahora; a los que hemos asistido nos ha faltado vivir esa experiencia de la que tanto nos habían hablado los días previos. Allí estaban, los mismos stand que en Fitur, aunque recortados a la mitad. Mismos panfletos, las mismas azafatas. La decena de destinos que habían decidido asistir ocupaban tan sólo un pabellón, siendo Cataluña la que obtuvo una mayor presencia. Y menos mal, sino aquel recorrido hubiera merecido diez minutos.
Entre los grandes ausentes, echamos en falta destinos nacionales como Asturias, El País Vasco, La Rioja o Melilla. Aunque la parte más desoladora fue, sin duda, la internacional; no lograron ni llenar una cuarta parte de la carpa. Si no fuera por el desparpajo de los bailarines de República Dominicana, aquella zona hubieran podido precintarla. Lo mismo con las agencias, cruceros u hoteles. De estos últimos llegamos a contar sólo tres.
Con este panorama, el profesional o turista asistente podría hablar de fracaso. De hecho, desde nuestro punto de vista lo fue, aunque no por parte del B-Travel, cuyo montaje y ponencias logró superar (y con creces) a otras ferias, sino fracaso del turismo. De todas aquellas oficinas turísticas que son incapaces de innovar incluso cuando se les da vía libre para ello. Destinos que, si fuera por cómo se venden, nadie iría a visitarlos. Todo ello a sabiendas de lo que cuesta y lo que se invierte en estar presente en una feria de estas características. Porque puede que el B-Travel sea pequeño, que no reúna tantos destinos ni profesionales como Fitur pero, o nos quedamos en casa, o vamos con actitud. Y eso es precisamente lo que faltaba. De hecho, Cantabria, que logró captar toda la atención en Madrid gracias a su globo aeroestático, en esta ocasión lo dejó en casa. Fue ir por ir, estar por estar.
Por parte del B-Travel, sus esfuerzos por cambiar la imagen se centraron en crear una de las mejores zonas gastronómicas como feria, donde se podía probar la gastronomía de diferentes destinos del mundo. También en las charlas, donde hubo ponentes referentes del sector de la talla de Paco Nadal, como experto en viajes y aventura; los chefs Paco Pérez y Carme Ruscalleda, en la sección de gastronomía; Kike Sarasola, en temas hoteleros por su cadena Room Mate; Javier Torrescana, como especialista en turismo accesible; o Franck Hanselman, como cabeza destacada del B-Culture por ser el responsable de “Amaluna” una de las obras del Circo del Sol.
Los encuentros viajeros como la participación del Travel Bloggers Meeting, el espacio creado para Barcelona Travel Bloggers, o las diferentes charlas gastronómicas, de fotografía de viajes y del sector fue realmente, junto a lo anterior, lo que hizo que la entrada hubiera merecido la pena y no acabásemos todos huyendo al Salón del Cómic, celebrado también ese mismo fin de semana justo en el pabellón de enfrente. Por unos momentos, lo que duró cada acto, recordamos dónde estábamos y nos entraron ganas de viajar.
Quizá por ello, el principal error del B-Travel, el que le perjudicó gravemente en su imagen, o al menos en cómo lo recordamos, fueron los destinos. El no haberles exigido haber estado a la altura de su cambio de imagen, no haberles pedido unos mínimos de calidad, creatividad e innovación. Con ellos es como ha quedado demostrado que, mientras éstos fallen, da igual las ganas que se tengan de crear algo nuevo. Al final, el paseo por el pabellón será siempre igual: azafatos aburridos mirando el móvil porque nadie se para en su stand, millones de panfletos que volverán a una caja y turistas peleándose por una copa de vino. ¿Es eso lo mejor que pueden ofrecer los destinos en una feria? Pues hasta ahora sí.
PD. Un aplauso por Túnez, que además de venir con el stand completo, allí estaba intentando recuperar su turismo. #YosíquevoyaTúnez
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